En el capitalino
municipio de Centro Habana en la calle Marques González entre Neptuno y San
Miguel se erige el Sitial Moncada, un espacio para el recuento y la historia,
en el que se desarrollan acciones culturales, políticas y sociales del Consejo
Popular de Cayo Hueso, pero que está a disposición de toda la capital y sus
visitantes, al decir de su motivador principal Alejandro Ferrás, el último Moncadista
que vive en esa localidad.
En el local de casi 200 metros de extensión
el revolucionario, que cumple este 2018, sus 98 años de vida, de los cuales ha
dedicado más de 30 a
la edificación de este sitio, se encuentra reflejado a toda lo ancho de una
pared una pintura del Cuartel Moncada, santiaguero.
Al lado izquierdo de la
entrada principal hay una reproducción, en tamaño real, del pozo que en la Granja Siboney oriental sirvió
para guardar las armas de los Moncadistas y un dibujo mural en la pared que siempre
está adornado con flores y se completa con las fotos de un grupo de los
asaltantes ya fallecidos.
En otro espacio del
Sitial las imágenes de las únicas dos mujeres de esa gesta: Melba Hernández y
Haydée Santamaría con unas rejas de metal al frente, recuerdan el vil
encarcelamiento y las torturas que sufrieron las valerosas jóvenes.
Como quien no olvida ni
un detalle de esa gesta imborrable de la historia cubana el Sitial de Cayo
Hueso conserva fotos históricas de Abel Santamaría, Fidel Castro Ruz, Juan
Almeida Bosque, Celia Sánchez, Vilma Espín y Ernesto Che Guevara entre otros.
Un busto martiano, otro
del titán de bronce, de ese metal macizo y otro del líder estudiantil Julio
Antonio Mella, completa la pléyade de héroes cubanos que recoge este pedazo de
historia en Centro Habana.
Alejandro Ferrás y dos de sus 14
hermanos fueron asaltantes al Cuartel Moncada.
El intranquilo Alejandro concibió este
lugar para que las generaciones que no pudieron vivir o conocer de primera mano
este hecho de la historia cubana, puedan encontrar en la capital un lugar que
les acerque a esos acontecimientos.
La acción del 26 de julio de 1953 en
la ciudad de Santiago de Cuba, tenía el objetivo de desencadenar la lucha
armada contra la dictadura del entonces presidente, el dictador Fulgencio Batista (1952-1958).
A pesar del derroche de valentía y dignidad,
el centenar de jóvenes asaltantes
-inferiores en número y armas que los que resguardaban el importante puesto
castrense santiaguero- no pudieron tomar la fortaleza.
La orden del dictador fue eliminar a
diez revolucionarios por cada soldado del régimen muerto en combate. La masacre
se generalizó y fueron asesinados la mayoría de los asaltantes. Los
sobrevivientes fueron detenidos tras feroz cacería, enjuiciados y condenados a
prisión.
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