Vine al mundo hace casi 54 años en una familia humilde, pero
de muy buenos modales. Por eso pondero siempre ese núcleo poblacional, que como
bien se sabe es la célula elemental de todas las sociedades. Por eso me
esfuerzo, sin cansarme, por educar a mi hijo, sin consentimientos o inmerecidos
reconocimientos, para que sea un hombre de bien y sobre todo ame a la familia
que debe crear. Conversábamos unos
colegas sobre el hecho de ver cómo han cambiado las familias cubanas y No para
bien. En eso somos todos responsables y debemos tomar conciencia. Es vital,
porque así fue y es en mi familia actual, que al despertar nos deseemos los
buenos días y agradezcamos a todo el que nos hace una acción positiva cada día.
Ofrecer disculpas es tan bello y NO pedirlas como se escucha en ocasiones. La
familia debe permanecer unida en las buenas, y mucho más en las malas o peores.
Mis padres humildes carpintero Él y camarera de un hotel, mi adorada Madre,
fueron siempre ejemplo de armonía y amor. NO recuerdo, quizás por ser la menor,
haber visto a mis padres pelearse y eso que ambos tenían defectos, como
cualquier ser humano. Nos enseñaron Caridad y Reinaldo a compartir lo que
teníamos y a NO tocar jamás lo que no nos pertenecía. Mis padres intentaron siempre estar cerca de sus
familiares y para ello visitábamos cada verano a quienes quedaron en Arimao y
Cienfuegos y Santiago y Guantánamo. Así con esas bases elementales estoy criando
a mi Frankie para que sea un hombre de bien, que estudia y se prepara
mejor para la vida que le espera.
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